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La inteligencia emocional

Todos conocemos a alguien cuya ecuanimidad y buena vibra se destaca por sobre todo lo demás sin importar los inconvenientes que hospede en su alma y en su corazón, se trata de actitudes positivas que solo se logra adquiriendo inteligencia emocional, según afirma el psicólogo Daniel Goleman.

Este término se refiere a la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer a las emociones propias y extrañas; es esa virtud que nos mueve a gestionar nuestra respuesta ante ellas a partir de la autoconfianza, el autocontrol emocional y la seguridad.

Pero, además, y mucho más importante, tiene que ver con la empatía, porque será el timón que nos conducirá finalmente a todos a alcanzar un objetivo común, a partir de la comprensión y del respeto. Solo así podremos tener la habilidad de ser con los demás, de manejar las relaciones y fungir como copartícipes de un cambio positivo en nuestro entorno.

De la inteligencia emocional a la acción

Goleman explica que todo sentimiento, toda emoción genera una respuesta, una acción. En general, ante determinadas situaciones, esta última suele ser espontánea. Sería como colocar un dedo sobre la llama y rápidamente quitarlo: una reacción ante un estímulo.

Acerca del significado de la inteligencia emocional, señala que mediante ésta, es posible responder en lugar de reaccionar. El psicólogo introduce el concepto de gestión de la respuesta ante un estímulo.

Las emociones no se eligen, sobrevienen y se sienten a lo profundo. No son sencillamente pequeñas o más grandes que las de los otros. Su peso viene dado por el ser individual.

Lo que sí podemos es adquirir la capacidad de decidir qué hacer con ellas y distribuir correctamente su carga energética: la emoción es esa energía pura que nos impulsa a la acción, el puente que une a la última al pensamiento. Por lo tanto, si nos adueñamos de nuestras acciones, es mucho más probable que obtengamos resultados diferentes, que es lo que se busca.

La inteligencia emocional es, también, hermana de la empatía y funciona para mejorar nuestras relaciones con los demás, lo que deviene en una mayor y mejor calidad de vida. Esto es algo ineludible y demostrado en diversos estudios.

¿Por qué Daniel Goleman?

Daniel Goleman es el autor referencial de inteligencia emocional. En su obra, Inteligencia Emocional, publicada en el año de 1995, el psicólogo y periodista estadounidense causó un enorme revuelo al aportar pruebas científicas acerca de la influencia que tienen las emociones en nuestra vida.

El especialista sostiene que las competencias emocionales se dividen en dos categorías: las intrapersonales y las interpersonales. Las primeras tienen que ver con la relación que establecemos con nosotros mismos.

En tanto, las segundas aluden a las relaciones que tenemos con los demás. Entonces, se hace evidente que, Todo, así, en mayúsculas, comienza al interior de nosotros mismos. Es imposible que alguien que se odie o se menosprecie a sí mismo pueda establecer relaciones sanas con los demás.

Californiano de origen, Goleman estudió antropología en la Universidad de Massachusetts para obtener, posteriormente, el doctorado en la Universidad de Harvard. Además, fue cofundador de la Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional en el Centro de Estudios Infantiles en la Universidad de Yale.

Función principal de la inteligencia emocional

A partir de la adquisición cabal de una inteligencia emocional, es posible acceder al control de nuestro devenir. Desde este punto de vista, lo importante a observar  es en primer lugar las conductas y no las emociones, el conocimiento por encima de la mera intuición y finalmente los resultados, no los procesos.

Dicho esto, el aprendizaje se basa principalmente en la repetición de asociaciones entre conductas y resultados que nos han beneficiado en el pasado, evitando aquellas negativas. Este es un modelo esencial de aprendizaje para la supervivencia de cualquier especie y, en el caso del ser humano, fundamental en sus primeros años de vida.

No es casual que en muchas empresas se emplee la motivación externa. En este caso, por ejemplo, se puede incentivar a los empleados para que alcancen sus objetivos a través de una bonificación salarial.

De esta forma, siguiendo el pensamiento causa-efecto, si la conducta (A) del empleado le lleva a alcanzar resultados (B), obtendrá una compensación (C). En cambio, si no llegase a lograr los objetivos planteados, no obtendría compensación alguna. Es ley.

No obstante, es un hecho cierto que, la complejidad que nos caracteriza como seres sintientes e inmersos en un entorno globalizado y tecnológico ha desestabilizado este sistema lineal de estímulo-respuesta, lo que ha provocado que diversas disciplinas tales como la psicología o la neurociencia hayan dirigido su interés hacia el cambio y su catalizador: las emociones.

Entender las emociones

Las emociones son estados de gran trascendencia en nuestra cotidianidad, e impactan directamente en la mayoría de decisiones que tomamos. Por ejemplo, a la hora de elegir a una cónyuge o escoger un empleo.

Dependen del carácter de la persona. Unas las tienen mucho más desarrolladas que otras. Por tanto, necesario es prestar atención a esta clase de habilidades emocionales, ya que, las mismas pueden tatuar indeleblemente nuestra vida y felicidad, quizás mucho más que nuestra inteligencia.

Importancia de la inteligencia emocional en el trabajo

Según nos relata Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional, la importancia de la misma incide en el liderazgo que implica que las personas puedan ejercer sus labores de manera mucho más eficiente y proactiva. Es así que, podemos medir la competencia de un jefe según el aprovechamiento del talento de sus empleados.

Si hacemos un ejercicio mental y nos detenemos a pensar cuándo nos hemos sentido más motivados y más felices trabajando, daremos con un estado que no tiene nada que ver con lo racional, sino con el flujo emocional, ejemplo de lo que es realmente la inteligencia que le compete.

En conclusión, la creatividad, la empatía y el pensamiento sistémico son elementos esenciales para adaptarnos a un mundo que gira vertiginoso, donde la innovación, los negocios y las humanidades son uno solo.