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La realidad sobre los sistemas de pensiones

El Desafío Inminente de los Sistemas de Pensiones en el Mundo Desarrollado

El sistema de pensiones y su funcionamiento se trata de una bomba de relojería que los políticos no quieren que conozcas. Los sistemas de pensiones de todo el mundo se basan en falsas expectativas. Cuando tú, sí, tú, llegues a la edad de jubilación, puede que no quede dinero suficiente en el fondo para darte la pensión que creías haber ganado. ¿No nos crees? Pues bien, hasta el Banco Mundial admite que nos enfrentamos a una crisis a gran escala. Escriben, citamos, También detallaremos la bomba de relojería demográfica que podría hundir todos los sistemas de pensiones y revelaremos qué gobiernos están mejor y peor preparados para asegurar tu futuro. Es un tema extraordinario, así que ¡pongámonos en marcha!

Nuestra historia comienza en 1889, casi 20 años después de que el canciller de Alemania, Otto von Bismarck y su impresionante bigote, llevaran a las fuerzas prusianas a derrotar a Francia y formar el Imperio Alemán. El nuevo y envalentonado Estado Alemán, ahora la mayor potencia continental de Europa, estaba a punto de aplicar una de las políticas sociales más revolucionarias de la época.

En 1881, el emperador o Kaiser de Alemania, Guillermo I, escribió una carta al parlamento alemán a instancias de Bismarck. Decía, citamos, Las personas incapacitadas para el trabajo por la edad y la invalidez tienen un derecho de trabajo, y los trabajadores tienen un derecho fundado a recibir cuidados del Estado. Esta idea nos parece normal ahora, pero en aquella época era realmente innovadora. En 1889, Alemania había puesto en marcha un programa de seguridad social para la vejez, el primer país del mundo en hacerlo.

Mirándolo ahora, unos 130 años después, uno de los aspectos más interesantes de la legislación es que la edad de jubilación se fijó en 70 años. Así es, 70 años. Y puedes adivinar cuál era la esperanza media de vida en Alemania en aquella época. Apenas 40.32 años, la mayoría de la gente moría joven y trabajaba hasta que no podía más. Si desafiabas las probabilidades y vivías más de 70 años, entonces y sólo entonces, el Estado te concedía unos cuantos marcos de oro, la moneda de la Alemania imperial de la época.

Sospechamos que sólo los ricos, los que tenían buena comida, acceso a la sanidad, una vida menos estresante, buenos genes y predisposición a la buena suerte, superaban los 70 años, pero los datos sobre esta cuestión son difíciles de conseguir.

En cualquier caso, siguiendo el ejemplo de Alemania, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Suecia, el Reino Unido y otros países introdujeron planes de pensiones a principios del siglo XX. Al igual que Alemania, Gran Bretaña también fijó su edad de jubilación en los 70 años, mientras que los demás países la situaron en torno a los 60 años. No obstante, en 1925, tanto Alemania como Gran Bretaña habían reducido su edad de jubilación a 65 años. Por entonces, ambos países tenían una esperanza de vida similar, en torno a los 57 años. Todavía, eso sí, muy por debajo de la edad de jubilación.

Charles Ponzi, su sistema infalible y la relación con los sistemas de pensiones actuales

Aparquemos por un momento la historia de los planes de pensiones y vamos a orientar nuestra atención al otro lado del charco, a los Estados Unidos, donde unos años antes, un carismático inmigrante italiano llamado Carlo, alias Charles Ponzi, prometía extraordinarias ganancias a los inversores y causaba un gran revuelo.

Charles había abierto una oficina en Boston en 1919 para vender ideas de negocio a gente de Europa. Se enteró de una forma de ganar dinero cuando una empresa de España le preguntó por un tipo de vale utilizado para pagar el correo internacional. Ponzi descubrió que podía comprar estos vales baratos en Italia y cambiarlos por sellos de los Estados Unidos más caros, obteniendo grandes beneficios. Se trataba de un arbitraje clásico, aprovecharse de precios diferentes en lugares diferentes y embolsarse la diferencia. No hay nada malo en ello.

Por cierto, así es exactamente como Sam Van Maafred de FTX ganó sus primeros millones, aprovechando la diferencia de precios del BTC en los exchanges japoneses, en comparación con su precio en los exchanges de los Estados Unidos.

En fin, volvamos a Ponzi. Ponzi consiguió asegurar inversiones tempranas para sus proyectos, prometiendo a los inversores rendimientos del 50% en 45 días o el doble de su inversión al cabo de 90 días. Eran rendimientos extraordinarios, sobre todo si tenemos en cuenta que los bancos ofrecían rendimientos anuales del 5%. La noticia de esos beneficios corrió como la pólvora y atrajo a más y más inversores.

El dinero de los nuevos inversores se destinaba a pagar a los inversores iniciales y así sucesivamente. Mientras aumentara la cantidad de dinero nuevo, el plan funcionaba. Mientras tanto, Ponzi llevaba un estilo de vida opulento y fastuoso y presentaba una imagen tentadora al mundo. Compró una mansión y el mejor coche de la época. Todo el mundo quería una parte de aquello. Directivos, obreros, no importaba. Todos participaban en el frenesí.

Pero, aunque el FOMO era muy real, el negocio no lo era. Según una fuente, Ponzi habría tenido que llenar barcos del tamaño del Titanic con vales postales solo para enviarlos a los Estados Unidos desde Europa. De hecho, todo el asunto era un fraude. Era un caso clásico de robar a Pedro para pagar a Pablo. Pero mientras el dinero siguió entrando, mientras la base de la pirámide de inversores siguió creciendo, la estafa sobrevivió.

La Seguridad Social, las cotizaciones y la pensión que te espera

Así que, con esto en mente, pasemos ahora a los sistemas de pensiones modernos. Una falacia según la cual algunas personas creen que cuando cotizas a tu fondo de pensiones, ese mismo dinero es el que recibes cuando te jubilas, más los intereses devengados durante tus años de trabajo. Eso tiene tanto sentido como pensar que la Seguridad Social o la Seguridad Nacional tienen un enorme almacén subterráneo lleno de dinero que nos espera a todos. Como con el esquema de Ponzi, este no es el caso.

La realidad es que cuando cotizas, tu dinero se destina a pagar las pensiones de los que se jubilaron antes que tú. Y la esperanza es que, cuando llegue tu momento, los trabajadores más jóvenes estarán pagando tus pensiones. Pero aquí es donde se complica. Hemos mencionado antes la esperanza de vida en Alemania a finales del siglo XIX, de alrededor de 40 años. Hoy en día, en la mayoría de los países desarrollados, la esperanza de vida ronda los 80 años, y sigue aumentando. Eso significa que la gente está jubilándose más temprano y viviendo más tiempo después de jubilarse.

Entonces, ¿dónde está el problema? Bueno, el problema es que hay menos trabajadores jóvenes para mantener a los jubilados. Volviendo al esquema de Ponzi, si tienes menos personas entrando en la base de la pirámide (los nuevos trabajadores) que saliendo de la cima (los jubilados), el sistema colapsa. Los sistemas de pensiones modernos se enfrentan a este problema en todo el mundo desarrollado. La población envejece, y la proporción entre jubilados y trabajadores en activo está desequilibrada.

Pero aquí es donde la historia se complica aún más. No es solo una cuestión de demografía. También está la cuestión de la longevidad. No solo hay más personas mayores, sino que están viviendo más tiempo. Y aquí está el núcleo del problema. El antiguo modelo en el que trabajas durante unas décadas y luego te jubilas para disfrutar de tus últimos años en paz simplemente no es sostenible.

Ponzi y el flujo necesario de nuevos inversores para mantener el sistema

Es casi como si el modelo de los sistemas de pensiones se hubiera quedado en la era de Bismarck y no hubiera evolucionado con el tiempo. Al igual que Ponzi necesitaba un flujo constante de nuevos inversores para mantener su esquema, los sistemas de pensiones modernos necesitan un flujo constante de nuevos trabajadores para mantener a los jubilados. Pero este flujo está disminuyendo, y el choque demográfico es inminente.

Así que, ¿cómo están respondiendo los gobiernos a esto? Bueno, algunas naciones están aumentando la edad de jubilación. Francia, por ejemplo, ha elevado gradualmente la edad de jubilación de 60 a 62 años y tiene planes de aumentarla aún más. Otros países están explorando opciones como aumentar las contribuciones al fondo de pensiones, recortar los beneficios o buscar formas de fomentar el aumento de la población, ya sea a través de la inmigración o de políticas de natalidad.

Pero estas soluciones plantean sus propios problemas. Aumentar la edad de jubilación puede ser impopular y encontrarse con resistencia, especialmente en un mundo donde algunos argumentan que deberíamos estar trabajando menos horas, no más. Aumentar las contribuciones al fondo de pensiones puede ser difícil de gestionar en economías ya tensionadas. Recortar beneficios puede afectar a la calidad de vida de los jubilados, que planificaron sus vidas en base a ciertas expectativas. Y fomentar la inmigración o la natalidad conlleva sus propios desafíos económicos y sociales.

La solución para lograr la sostenibilidad de las pensiones

Entonces, ¿cuál es la solución? Es una pregunta complicada y probablemente no haya una respuesta única que sirva para todos. Algunos expertos sugieren una combinación de medidas, desde ajustes graduales en la edad de jubilación hasta la diversificación de las fuentes de ingresos para los jubilados. También se destaca la importancia de la educación financiera para que las personas sean conscientes de la realidad de los sistemas de pensiones y puedan tomar decisiones informadas sobre su futuro financiero.

En resumen, la bomba de relojería demográfica está tic-taqueando, y los sistemas de pensiones en el mundo desarrollado enfrentan desafíos significativos. La clave está en encontrar soluciones equitativas y sostenibles que aseguren el bienestar de los jubilados sin imponer una carga insostenible a las generaciones más jóvenes. En este sentido, la toma de decisiones informada y la planificación financiera personal juegan un papel crucial en el diseño de un futuro más seguro para todos.