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Disfrutar de la vida como antes es posible, pero conviene hacerlo extremando las precauciones

Acostumbrados a correr de la ceca a la meca, sin parar ni un momento y apurando todas y cada una de las milésimas de segundo que poseía el día, hubo que echar el freno. Pocos se hubieran imaginado encerrados en su hogar durante meses. Y es que algunos llevaban años sin pasar más de ocho horas seguidas en casa, cuando el confinamiento llegó.

Y ahora que parece que el temporal ha amainado y que el país se dirige sin prisa pero sin pausa hacia una normalidad que se supone estará bastante alejada de esa rutina a la que una amplia mayoría de la población estaba acostumbrada, algunos se han parado a reflexionar, llegando a la conclusión de que podrían perfectamente continuar teletrabajando desde sus hogares y siendo igual de productivos que haciéndolo desde la oficina como antes, ahorrando de esta forma, además de dinero, tiempo, algo que parecía escasear.
E inmersos en plena desescalada toca ir acostumbrándose a salir a la calle, a practicar deporte al aire libre, a volver a tomar café y cañas en las terrazas, a ir de comprar, es decir, a reactivar el entramado económico de los núcleos urbanos, pero también a reactivar la vida social.

A medida que se avanza por las distintas fases de la desescalada son cada vez más las actividades culturales y de ocio permitidas, conciertos al aire libre, autocines, incluso ya se comienza a ver algún stand de madera para ferias, eso sí, siempre respetando el aforo y tomando las medidas preventivas adecuadas, es decir, mantener la distancia social y usar mascarilla.

Hoy, se valora más que nunca estar al aire libre, por eso, las típicas ferias de productos artesanales, así como las gastronómicas se posicionan entre las de mayor asistencia. Y es que, apoyar a los comerciantes locales para superar las enormes pérdidas económicas que han sufrido a causa de las largas semanas de inactividad es hoy casi una obligación social.

Sin embargo, no se debe subestimar el poder de un virus que ha causado cientos de miles de muertes en el mundo. Un nuevo brote causaría estragos no solo a nivel económico sino también a nivel social, especialmente a nivel psicológico. Volver al punto de inicio ahora sería fatal.

Por eso, para celebrar cualquier tipo de evento es necesario extremar las precauciones y las medidas de seguridad, el objetivo, siempre el mismo, evitar posibles contagios.