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Educación, clave para lograr un mundo mejor para todos

Pese a que tanto las autoridades como los medios han centrado la atención en las enormes pérdidas humanas y económicas que la pandemia ha causado a lo largo de todo el planeta, lo cierto es que el confinamiento llevado a cabo en infinidad de ciudades de los distintos países ha tenido sus efectos positivos.

Y es que, el hecho de que solo los trabajadores esenciales tuvieran que acudir diariamente a sus puestos de trabajo, viéndose obligados los restantes a quedarse en sus hogares, provocó una enorme reducción del tráfico rodado en ciudades en las que los atascos forman parte del día a día de sus moradores, lo que a su vez produjo una enorme reducción de la contaminación atmosférica, haciendo que al menos durante unos pocos días desde hacía décadas, desapareciese la boina de contaminación que suele cubrir estos hervideros de gentes e industrias.

La práctica ausencia de transeúntes en las calles tuvo otro gran efecto positivo en la flora y la fauna, logrando que animales que prácticamente resultaba imposible ver en las grandes urbes tomaran las calles y regresaran a las áreas verdes que siempre les habían pertenecido y que los humanos les han ido arrebatando poco a poco obligándolos a alejarse del que había sido su hogar.

Y pese a que en los ambientes rurales el canto del gallo o de los pájaros, el mugido de las vacas o el relinchar de los caballos son sonidos de lo más habituales, en las urbes resulta casi imposible ver o escuchar animales distintos de los perros, unos canes que, por cierto, están cada vez más humanizados.

De hecho, son muchos los niños que crecen sin haber visto o escuchado alguna vez animales de granja, y mucho menos animales salvajes, quizás por esto los animales para cine y publicidad son cada vez más demandados, buscando con ello dar protagonismo a unos animales que no hace tanto ocupaban buena parte del territorio que los humanos ocupan hoy en día.

Y es que, como bien es sabido por todos, existen en el mundo un gran número de especies que se encuentran en peligro de extinción, consecuencia generalmente de las malas prácticas llevadas a cabo por el ser humano, un ser humano que a la vez intenta frenar su extinción a través de la educación y la divulgación, algo especialmente importante en el caso de los niños, pues aquellos que crecen valorando y cuidando la naturaleza, seguirán haciéndolo cuando sean adultos e inculcarán estos valores en sus descendientes. Así, generación tras generación se logrará un mundo mejor y habitable para todos.