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Pago móvil: ¿más seguro que las tarjetas?

Annika Krempel (dpa) – Sin bien aún hay países que siguen amando el efectivo y se resisten a los pagos con tarjeta o dispositivos, los pagos móviles son una realidad, y cada día son más los usuarios que han incorporado este método de pago en su experiencia como consumidor.

«La pandemia de coronavirus ha impulsado la tendencia a los pagos sin efectivo y sin contacto, es decir, el pago móvil», afirma Kevin Hackl, experto en banca y finanzas de la asociación digital alemana Bitkom.

Hackl opina que el uso de aplicaciones de pago se está extendiendo: «En el caso de los grandes distribuidores, la tecnología ya está implantada, y las tiendas pequeñas seguramente se les unirán pronto».

La oferta de aplicaciones para pagar con el móvil es amplia y algo confusa. Muchos bancos ofrecen sus propios sistemas de pago, pero también existen aplicaciones tales como Apple Pay y Google Pay.

Algunos fabricantes de móviles, entre ellos Samsung y Huawei, incorporan en sus dispositivos sus propias aplicaciones, y algunos supermercados también permiten el pago por móvil a través de su aplicación para clientes.

Algunas de ellas pueden instalarse incluso en relojes inteligentes. Lo que todos los sistemas tienen en común es que no hay costes adicionales para el usuario.

«Las aplicaciones facilitan el pago», afirma Markus Montz, experto digital de la revista especializada alemana «c’t». En la aplicación de pago, un cliente suele depositar los datos de una tarjeta de crédito o débito. En el caso de que no se disponga de una, se necesita un proveedor que también acepte modalidades de pago al estilo de PayPal.

«Lo más común en Europa es la tecnología NFC». Se trata de un chip de radio incorporado en el teléfono móvil que, al pagar, envía los datos al dispositivo del comerciante. Estos chips no solo están integrados en el móvil, sino también en las tarjetas de crédito o de débito, las cuales pueden utilizarse para los pagos sin contacto. Los terminales de los comerciantes que utilizan esta tecnología cuentan con el típico logotipo de NFC con ondas de radio.

En la caja, los usuarios tendrán que desbloquear el móvil, dependiendo del proveedor también abrir la aplicación, y acercarlo al lector de tarjetas hasta que aparezca una confirmación de pago. «Normalmente, ni siquiera es necesario introducir la contraseña en el terminal. Desbloquear el teléfono móvil es suficiente para la legitimación», explica Montz.

Algunas aplicaciones se basan en un código QR o de barras en lugar de NFC. Entre ellas se encuentran Huawei, que utiliza la solución de pago Bluecode, y los sistemas de algunos supermercados. «La aplicación genera un código en el móvil que el personal de la caja escanea con el lector», señala Montz. Para ello, el móvil debe estar desbloqueado y la aplicación abierta.

La mayoría de las personas que aún no se han atrevido a utilizar el pago mediante móvil citan en una encuesta la preocupación por la seguridad. Según el instituto alemán de investigación EHI, desde el punto de vista técnico, el pago móvil es incluso un poco más seguro que el uso de una tarjeta física, ya que el número de la tarjeta no es almacenado en el dispositivo. «Además, se pueden utilizar datos biométricos», especifica Hackl.

Si el móvil es desbloqueado mediante una huella dactilar o un escáner facial, la tarjeta asociada está vinculada de forma exclusiva al usuario. «Con el sistema NFC, en lugar de los datos de la tarjeta asociada, el chip transmite un código de transacción, el llamado ‘token’, que solo puede utilizarse para esta única compra». Los códigos QR o de barras también son válidos para una sola transacción.

Montz añade que los chips NFC del móvil difícilmente pueden ser leídos sin autorización, ya que cuando la pantalla está apagada, también lo está el chip. «Para robar los datos cuando la pantalla está activa, un ocasional ladrón tendría que acercarse a menos de cuatro centímetros con un lector en la mano, lo que no pasaría desapercibido». Aun cuando este lograra leer los datos, prosigue Montz, luego tendría que transferir el dinero a una cuenta, lo que inevitablemente dejaría rastros: «Para un delincuente, robar dinero de los bolsillos es más fácil y seguro».

En cuanto a los datos, los pagos por móvil son bastante discretos, al menos en lo que respecta a los números de cuenta. «El comerciante solo conoce el número de transacción del proceso de pago. Los datos de la cuenta quedan entre el cliente y su banco», asegura Hackl. En lo que respecta a otro tipo de información, esto depende del proveedor de la aplicación. Según el experto, los programas de los bancos son, sin duda, los que menos datos exigen.

«En cambio, con las soluciones integradas de pago por móvil de las cadenas de supermercados, los clientes comparten con el proveedor información sobre su comportamiento de compra. A cambio, reciben descuentos u ofertas». Los que lo utilizan, comparten tantos datos como los consumidores que utilizan tarjetas físicas de cliente, señala Hackl.

Así lo confirma también un estudio de la organización alemana de evaluación de productos y protección al consumidor Stiftung Warentest, que en 2019 examinó por última vez las aplicaciones para el pago por móvil. El resultado: las tarjetas de cliente y los programas de bonificación recogieron datos sobre quién compra qué, cuándo y dónde.

Según el análisis, Apple, por otro lado, no recoge ningún dato. «La empresa participa en las tasas que los comerciantes pagan a los proveedores de servicios de pago, al igual que Samsung Pay. De este modo, no necesitan los datos para su modelo de negocio», explica Montz, y añade que Google, por el contrario, se toma muchas libertades en sus condiciones de uso. El gigante de Internet no tiene acceso al recibo de la compra, pero sí a la ubicación del usuario. «Los datos aún no se utilizan para publicidad dirigida, algo que, sin embargo, puede cambiar en cualquier momento».

A la hora de elegir un proveedor de servicios de pago, los consumidores están limitados a las características de su dispositivo. La aplicación de pago del proveedor está preinstalada en la mayoría de los móviles.

Los propietarios de iPhone no tienen muchas opciones, ya que en ellos funciona casi exclusivamente la aplicación Apple Pay, y el fabricante no permite otras aplicaciones NFC. Al fin y al cabo, casi todos los grandes bancos colaboran ahora con Apple.

En los dispositivos de Apple pueden instalarse además solamente las tarjetas de cliente de los supermercados y los sistemas con códigos QR o de barras. Los usuarios de Android, por su parte, pueden elegir entre la aplicación de pago del fabricante de su dispositivo, la de su banco, si la ofrece, Google Pay y las tarjetas de cliente.

En términos de seguridad y simplicidad, los pagos por móvil son una alternativa real a las tarjetas físicas. No obstante, mientras los comercios sigan insistiendo en el uso de efectivo, los consumidores no tendrán más remedio que llevar consigo también algunos billetes.