Pulsa «Intro» para saltar al contenido

La precariedad laboral se ha duplicado durante la pandemia y afecta a casi dos millones de hogares

La precariedad laboral durante la crisis sanitaria de la covid-19 se ha duplicado y alcanza a casi dos millones de hogares que dependen económicamente de una persona sustentadora principal que, además, sufre inestabilidad laboral grave.

Es una de las conclusiones de ‘Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España’, la radiografía social que ha provocado la crisis del coronavirus elaborada por Cáritas y la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada), y que se presentó este martes en Madrid.

Esa inestabilidad laboral grave significa que esa persona que aporta el trabajo al hogar en el último año ha tenido tres o más meses de desempleo, tres o más contratos diferentes, en tres o más empresas distintas.

El trabajo, realizado por un equipo de más de 30 investigadores procedentes de más de diez universidades y entidades de investigación social, también alerta de que un tercio de los hogares con todos los miembros en paro (600 mil familias) carece de algún tipo de ingreso periódico que permita una mínima estabilidad y que la pandemia ha destapado un nuevo factor de exclusión social: la desconexión digital es el nuevo analfabetismo del siglo XXI.

De hecho, 1,8 millones de hogares (casi la mitad de los que están en exclusión social) sufren el apagón digital, lo que significa que viven la brecha digital de manera cotidiana.

Por otra parte, el informe ha corroborado que la pandemia ha aumentado la brecha de género: la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer.

Asimismo, la diferencia entre la población con más y menos ingresos ha aumentado más de un 25%, cifra superior al incremento registrado durante la crisis de 2008; y hay 2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social intensa; la exclusión social en hogares con población inmigrante es casi tres veces mayor que en los hogares españoles y tres de cada diez familias se han visto obligadas a reducir los gastos habituales en alimentación, ropa y calzado.

11 MILLONES EN EXCLUSIÓN SOCIAL

«Esta crisis ha supuesto un empeoramiento generalizado de los niveles de integración. En 2021 ya eran once millones las personas que se encontraban en el espacio de la exclusión social en España, 2,5 millones de personas nuevas respecto a 2018», destacó durante la presentación del informe la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro.

Desde su perspectiva, la crisis ha marcado «un punto de inflexión en la evolución de las condiciones de vida y niveles de integración de las personas y familias» y alertó: «Una parte de la población sigue en riesgo de desvinculación e incluso se ve expulsada de la sociedad”.

Para Raúl Flores, coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas y secretario técnico de Foessa, la cohesión social en España ha sufrido un “shock” sin precedentes como consecuencia de la tensión que ha sufrido la actividad económica y el empleo a causa de la irrupción del SARS CoV-2.

“Se ha producido un empeoramiento de las condiciones de trabajo que genera más trabajadores pobres y trabajadores más pobres y menos realizados personal y socialmente”, recalcó Flores, y quiso abrir los ojos a buena parte de la población que piensa «que la crisis ha pasado porque los países desarrollados tenemos vacunas».

«El mundo se nos vuelve como un fondo acostumbrado, que nos pellizca ni nos perturba», subrayó. “Los resultados del informe nos obligan a mostrar cómo esta crisis sigue dejando graves consecuencias que se reflejan en la cantidad, en la distribución y en la calidad del empleo disponible”, aseguró. A continuación, hizo suya la preocupación de Cáritas por «cuánto tiempo tardarán en alcanzar unas condiciones de vida digna» las personas más afectadas por la crisis.

De hecho, la investigación coordinada por los catedráticos Luis Ayala Cañón, Miguel Laparra Navarro y Gregorio Rodríguez Cabrero, también refleja que las causas son «estructurales», que la crisis se ceba especialmente con mujeres, personas de mayor edad, inmigrantes y jóvenes, y que las políticas no funcionan como deberían.

SMI INSUFICIENTE

Por ejemplo, Flores aseguró que la reforma del salario mínimo interprofesional (SMI) es “una medida necesaria pero no suficiente” y que los expedientes de regulación de empleo (erte) que se han aplicado durante la pandemia para no cerrar muchas empresas «no han sido un esquema de protección para los sectores más vulnerables”.

Para revertir esta ‘radiografía’ Cáritas reclamó que el sistema de protección social evite la cronicidad de la exclusión, mejorar la cobertura del Ingreso Mínimo Vital, pues de los 850.000 hogares beneficiarios previstos inicialmente, a septiembre de 2021, sólo 315.913 hogares, el 37% de los esperados. Esto supone una media de dos personas beneficiarias por cada 10 personas en situación de pobreza severa en España.

La organización católica también pidió reimpulsar el modelo de estado de bienestar en su conjunto, mejorar la organización social del tiempo de trabajo, complementar los salarios «escasos» con incentivos y garantizar el acceso a la vivienda y el derecho a la educación.

“Este informe de hoy enfatiza cómo la estructura social y económica, más allá de la pandemia, lleva décadas generando, sosteniendo y naturalizando el sufrimiento de situaciones de pobreza y exclusión social que son una realidad cotidiana para millones de personas y familias. Una estructura social y económica que genera desigualdad, donde quien se ha quedado fuera tiene casi imposible volver a entrar”, aseguró Peiro.

DIFERENCIAS TERRITORIALES

La crisis provocada por la pandemia también ha tenido un impacto diferenciado a nivel territorial debido a las diferentes estructuras demográficas, el modelo productivo y la trayectoria de protección social. La investigación permite observar la realidad de 10 de las 17 comunidades autónomas y manifiesta que, de forma global, las tasas más elevadas de exclusión social se dan en el Sur y el Este, junto con Canarias.

Además, el informe se hace eco de que la crisis ha desgastado las relaciones sociales: el 34% de las familias considera que la pandemia ha tenido un fuerte impacto en el deterioro de sus relaciones sociales.

Pese a ello, Cáritas llama a la “esperanza” y al trabajo cara a cara con los más vulnerables, aunque con la pandemia la labor de los voluntarios de la organización ha visto mermada su presencialidad. De hecho, la mirada en la que se basa el informe nace de una encuesta desarrollada durante el año 2021 en la que han participado más de 7.000 hogares repartidos por las 17 comunidades autónomas, que ha permitido obtener información de casi 18.000 personas y con un error muestral del 1,11%.

«En 2020, en pleno auge de la pandemia, Cáritas ofreció apoyo a casi un millón y medio de personas vulnerables (1.425.991 personas) en España, lo que supone un incremento de 366.000 personas con respecto a 2019 (un 26% más)», subrayó la secretaria general.

“Tenemos el riesgo de enfermarnos juntos y la imperdible oportunidad de salvarnos juntos”, concluyó Flores en una llamada a la esperanza por lograr una “humanidad de vidas frágiles” en las que la “necesaria solidaridad se haga costura entre nosotros”.

(SERVIMEDIA)