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¿Qué normativa debería seguir una oficina diáfana?

Cuando se habla de oficinas diáfanas, cada vez más habituales por la apuesta de las empresas por una fórmula que ha demostrado facilitar la toma de decisiones y, sobre todo, la transferencia de conocimiento y colaboración entre trabajadores, se piensa en un espacio abierto, en la mayoría de casos minimalista y con un ambiente propicio a la productividad.

De hecho, hasta hace poco, era la ISO 3382-3 la que certificaba estos espacios definiendo este concepto de centro de trabajo como » oficinas y espacios similares donde pueden trabajar un número elevado de personas, tener una conversación o concentrarse independientemente y en puestos de trabajo bien definidos”. Sin embargo, era la misma norma la que ponía en relieve la necesidad de que, para que funcionara, era necesario que las condiciones acústicas fueran las óptimas.

«El ruido en estos espacios ha seguido siendo el primer problema para trabajar de forma eficiente. Es, de hecho, el primer motivo de descontento en estas oficinas ya que conlleva, en algunos casos, estrés y frustración por la falta de comprensión. Tanto es así que sigue estando directamente correlacionado con un mayor número de bajas. Afortunadamente, el bienestar de los trabajadores y usuarios empieza a ser prioritario en los nuevos diseños y normas» explican desde Ecophon.

El futuro: la norma internacional para oficinas abiertas

El nuevo estándar internacional ISO 22955 (publicado en mayo de 2021 y aplicándose actualmente en la vuelta a la presencialidad) trata de dar solución, desde un punto de vista acústico, a la convivencia de las dos realidades teóricamente contradictorias en la oficina: la comunicación oral y el trabajo individual de concentración.

Acondicionar una oficina abierta acústicamente mediante la instalación de soluciones fonoabsorbentes de alta calidad en techo y pared es una condición necesaria para su éxito de cara a los usuarios finales.

Es decir, integrar la perspectiva cognitiva del sonido en el diseño ayudando a los diferentes actores que trabajan en la planificación, diseño y construcción de oficinas a proporcionar a los usuarios un buen nivel de confort acústico.

Para ello, se trata de limitar las molestias entre puestos de trabajo, así como optimizar la inteligibilidad en las conversaciones a corta distancia.

Una oficina abierta tiene definidas seis actividades: la telecomunicación y vídeo para la comunicación externa, el trabajo colaborativo (intenso y moderado) que conlleva comunicación verbal frecuente entre compañeros, las áreas de entrada y recepción de público, los espacios mixtos y el espacio diáfano.

«La nueva norma establece, para cada una de las 6 actividades, los diferentes retos acústicos y sugiere valores de parámetros acústicos que se deben cumplir en cada uno de esos. Estos parámetros no solo se reducen a la propagación de sonido como pedía la norma anterior, sino que también hace suyos otros requisitos de otras normativas» explican.

Este nuevo estándar ISO 22955 proporciona más claridad sobre el tema del diseño acústico y es muy probable que se utilice ampliamente en los próximos años y en las reformas para actualizar los espacios para adaptarlos tras la vuelta a la presencialidad apoyándose en los espacios de seguridad sanitaria y también en la necesidad de expansión espacial.