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¿Cuánto aguinaldo dar? Tradición, inflación y sentido común

Dar el aguinaldo en Navidad es una costumbre profundamente arraigada en muchos países de habla hispana. 

Más allá del importe, el gesto simboliza afecto, pertenencia familiar y el deseo de compartir la prosperidad con los más jóvenes. 

Sin embargo, con la subida del coste de la vida y la pérdida de poder adquisitivo, cada vez más familias se preguntan cuánto es razonable dar hoy sin exagerar ni quedarse corto.

Tradicionalmente, el aguinaldo no se concibe como un pago ni como una obligación económica estricta, sino como un detalle proporcional a las posibilidades de quien lo da y a la etapa vital de quien lo recibe. 

Por ello, no existe una cifra correcta universal, sino rangos orientativos que ayudan a tener una referencia a quien quiere darlo.

Aguinaldo según la edad: criterios prácticos

Una forma habitual y razonable de orientar el aguinaldo es tener en cuenta la edad y el grado de independencia económica del nieto o sobrino, habitualmente los receptores de este tipo de detalle en la familia. Eso sí, siempre después de que canten el demandado villancico como contraprestación.

De 12 a 16 años: aprendizaje y valor simbólico

En esta franja, el aguinaldo cumple sobre todo una función educativa. Es una buena oportunidad para que el menor aprenda a administrar dinero, ahorrar o decidir en qué gastarlo.

Como importe orientativo se puede dar una cantidad moderada, de unos 20 euros para que sea suficiente para una tarde de bolera o cine.

De 17 a 24 años: apoyo en una etapa clave

Este tramo suele coincidir con estudios superiores, primeros trabajos o una transición hacia la independencia. Aquí, el aguinaldo puede tener un sentido más práctico y, por tanto, también necesitará de algo más de importe, dependiendo de la capacidad económica de la familia y de quien lo hace. Quizá unos 40-50 euros sea una cantidad razonable para que puedan tomar algo, salir a cenar o comprar algún capricho.

Otras opciones para ambos casos es no ofrecer aguinaldo monetario sino experiencial. Es decir, acompañar la oferta con tiempo, atención, planes juntos o una ayuda concreta que se necesitara. Es también una forma de enseñar que no todo debe girar en torno al dinero, sino que hay otras opciones de más valor como el tiempo.

En última instancia, el mejor aguinaldo no es el más elevado, sino el que se da con coherencia, cariño y sentido común.