La tasación de una vivienda es uno de los momentos clave antes de pedir una hipoteca o de poner un inmueble a la venta. De ella depende cuánto dinero puede prestar un banco y también qué margen real tiene el propietario para negociar el precio. Aunque el valor final lo fija un profesional acreditado, existen decisiones previas que influyen de forma directa en el resultado.
Desde una perspectiva económica, la tasación no es una opinión subjetiva.
«Se trata de una estimación basada en datos, comparables y criterios técnicos. Aun así, el propietario puede actuar sobre varios factores para evitar infravaloraciones y reflejar mejor el valor real del activo» hablan desde las entidades bancarias.
1. Conocer el mercado antes de tasar
El primer paso es entender cuánto vale la vivienda en su entorno inmediato. No basta con mirar precios de anuncio. Es más útil analizar operaciones cerradas recientes en la misma zona y con características similares. Superficie, antigüedad, altura y estado pesan más que la simple ubicación.
Este análisis previo permite detectar si el precio esperado está alineado con el mercado. También ayuda a identificar puntos fuertes que conviene destacar al tasador. Por ejemplo, una reforma reciente o una mejora en las zonas comunes.
Desde el punto de vista económico, una tasación muy alejada del mercado es difícil de sostener. Los tasadores trabajan con referencias objetivas y penalizan expectativas poco realistas.
2. Mejorar el estado general de la vivienda
El estado de conservación influye de forma clara en la valoración. No se trata de hacer grandes reformas, sino de corregir deficiencias visibles. Humedades, instalaciones antiguas o acabados deteriorados restan valor.
Pequeñas mejoras tienen un efecto positivo. Pintar, reparar desperfectos o actualizar elementos básicos puede marcar la diferencia. Una vivienda cuidada transmite menor riesgo y mayor vida útil, dos factores que el tasador tiene en cuenta.
En términos económicos, el coste de estas mejoras suele ser inferior al aumento potencial en la tasación. Es una inversión con retorno probable, sobre todo en mercados ajustados.
3. Aportar toda la documentación relevante
Una tasación se apoya en datos registrales, catastrales y técnicos. Si la información no está actualizada, el valor puede verse afectado. Es importante que la superficie real coincida con la registrada y que no existan discrepancias.
Conviene tener a mano escrituras, planos, certificados energéticos y licencias de reformas. Si la vivienda tiene mejoras legales que no figuran en el registro, el tasador puede no considerarlas.
Desde una lógica económica, la incertidumbre reduce valor. Cuanta más claridad documental exista, menor será el margen de ajuste a la baja.
4. Elegir tasadores independientes y homologados
Uno de los puntos más sensibles es quién realiza la tasación. Para una hipoteca, el banco exige que la sociedad tasadora esté homologada por el Banco de España. Dentro de ese marco, el propietario puede elegir.
Optar por tasadores independientes reduce el riesgo de valoraciones conservadoras ligadas a intereses comerciales. Un tasador sin vínculo directo con la entidad financiera suele aplicar criterios más equilibrados.
En operaciones de compraventa, una tasación independiente también sirve como referencia objetiva para negociar. Desde el punto de vista económico, aporta transparencia y reduce asimetrías de información entre comprador y vendedor.
5. Explicar bien las ventajas del inmueble
El tasador visita la vivienda y analiza su entorno. En ese momento, conviene señalar elementos que aportan valor y no siempre son evidentes. Buena orientación, eficiencia energética, vistas despejadas o mejoras en la zona son ejemplos claros.
No se trata de influir, sino de informar. El tasador trabaja con datos, pero también con observación directa. Si ciertos atributos pasan desapercibidos, pueden no reflejarse en el informe final.
La tasación es una fotografía del valor de la vivienda en un momento concreto. Prepararla bien no garantiza un resultado alto, pero sí uno más ajustado a la realidad económica del inmueble.













